Stephen Richards Covey. 9 hijos. 52 nietos. Mormón destacado. Residente en Utah. Homófobo declarado. Simpatizante del partido republicano estadounidense.
Sé de algunos que, a la vista de estos mimbres, se cuestionarán seguir leyendo. ¡Venga! Mente abierta. Está aquí por algo.
Guste o no guste, Covey fue (y es) una figura muy respetada en todo el mundo. Especialmente en el mundo de la gestión empresarial. Con varias carreras y 10 veces doctor honoris causa por sendas universidades, su libro estrella, Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, fue considerado por la revista Forbes uno de los 10 más influyentes de toda la historia del management. En total se han vendido más de 20 millones de unidades por todo el mundo.
Sólo la versión en audiolibro superó un millón de ventas, convirtiéndose en el único de no ficción que lo conseguía.
Comparado con otros gurús, no cuenta con una bibliografía muy extensa: 12 libros en 41 años. Pero se trabajó su divulgación a conciencia impartiendo charlas y conferencias por todo EEUU. Su estilo ceremonioso y expandido (en youtube es fácil encontrar vídeos de más de 4 horas) llenaba auditorios.
Quien sea capaz de leer los 7 hábitos filtrando sus poco disimulados mensajes religiosos, encontrará un libro interesantísimo. En el capítulo 1 Covey explica cómo rastreó 200 años de literatura acerca del éxito y el liderazgo. Y sólo por eso merece la pena prestarle atención.
La primera edición de Los 7 hábitos se publicó en 1989. En 2004 publicó El 8º hábito, en el que hace mención a la era del trabajador del conocimiento. Los retos y la complejidad a los que todos nos enfrentamos en nuestras relaciones, nuestra familia, nuestra vida profesional y nuestra comunidad son ahora de una magnitud totalmente nueva. Ser efectivos como individuos y como organizaciones ya no es una opción: sobrevivir en el mundo de hoy lo exige. Pero para prosperar, innovar, sobresalir y liderar en nuestra época, debemos partir de la efectividad para ir más allá de ella.
Una cita que destaco. “Hay tres constantes en la vida: cambio, elección y principios.”
Coherente con su 7º hábito (Afila la sierra), mantenía una vida saludable y hacía deporte habitualmente. En abril de 2012 sufrió un accidente mientras montaba en bici y unos meses más tarde fallecía a consecuencia del accidente a la edad de 80 años.
Su legado se difunde ahora desde la consultora que él fundó, la Franklin Covey Co.
¿Quieres saber más? Suscríbete al blog o solicítame información acerca de mis seminarios de productividad personal.